PRESTA ATENCIÓN

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Cada obra…

Cada palabra…

Cada acción…

Cada intención…

Cada predicación…

Cada alabanza…

Cada oración…

Cada ofrenda…

Cada post…

Cada tuit…

Cada una de las cosas que hicimos, que estamos haciendo y que vamos a hacer, algún día serán probadas para ver con qué intención las hicimos. Oremos para que podamos hacer todas las cosas para glorificar a Dios.

 “…la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará” 1 Corintios 3:13.

 @Eivert

¡ESCOGIDOS!

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Por: Eivert Caridad Fernández.

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” 1 Juan 3:1.

Recientemente leí la siguiente historia que conmovió mucho mi corazón y me permitió comprender un poco más el amor que Dios ha tenido conmigo y con todos sus hijos.

“Había un niño a quien tomaban el pelo en el colegio por el hecho de ser adoptado. Sufrió pacientemente las burlas de sus compañeros durante un tiempo y, finalmente, se descolgó furioso con el siguiente argumento: “Podéis decir lo que queráis. Todo lo que  sé es que mis padres me escogieron. ¡Los vuestros no pudieron evitar teneros!” Por supuesto, tenía razón. Desde ese punto de vista la adopción no es una desgracia, sino un privilegio. En un mundo lleno de niños infelices e indeseados, el niño adoptado sabe  que no ha irrumpido como un intruso en la vida de su padre y de su madre. Ellos lo escogieron libremente y eligieron llamarle hijo suyo. Si esto es cierto de los que son adoptados por padres humanos, ¡Cuánto más lo es de los creyentes que han sido llamados hijos de Dios.” (1).

Sin duda alguna, una de las verdades bíblicas que más me llena de gozo es saber que Dios me escogió. La Biblia dice que lo hizo “desde antes de la fundación del mundo” (Efe 1:4), y por puro amor, de manera incondicional, pues, Dios no me eligió por el potencial que podía tener, ni por lo bueno que podría llegar a ser, ni por lo que le podía dar.

Me asombra saber que yo soy un insignificante pecador (Rom 3:23) que no tenía la más mínima intención de buscarlo, ya que la Biblia dice que “No hay quien busque a Dios” (Rom 3:11), y sin embargo, Dios me escogió para que fuera adoptado como su hijo.

Me alegra saber que Dios fue el que dio el primer paso para buscarme (Juan 6:44). El amor que hoy tengo por Dios es nada más que una retribución por el hecho de que Él me amó primero (1 Juan 4:19), ya que si no me hubiese amado primero, yo jamás le habría amado. Dios sabía que yo le odiaba, que no quería saber nada de Él, de Jesús y de la Biblia, y sin embargo Él fue firme en tomar la iniciativa para escogerme y amarme, y por tal motivo estoy totalmente agradecido.

Me emociona saber que su amor por mí sea ilimitado. Me alegra saber que el sacrificio de Jesús por mí fue perfecto, y que ni una sola gota de la sangre del Cordero de Dios cayó en el piso en vano, no sólo por mí, sino por todos aquellos que Dios escogió para salvación.

Me contenta saber que Dios siempre es el que por Su soberana voluntad ha elegido a los suyos, para hacer lo que Él quiera, como quiera, donde quiera y cuando el Él quiera. ¿Por qué digo esto? Por lo siguiente:

  • Dios escogió a una nación insignificante y pequeña como Israel para llevar a cabo el propósito de Dios sobre la tierra delante de las demás naciones.

“No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos que están sobre la tierra.” Deut 7:4.

  • De entre todos los hijos de Israel, Dios escogió a los levitas para el sacerdocio.

“Porque le ha escogido Jehová tú Dios de todas tus tribus, para que esté para ministrar al nombre de Jehová, él y sus hijos para siempre.” Deut18:5.

  • Dios escogió a hombres para que fueran profetas para hablar por medio de ellos al pueblo.

“Antes que te formases en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifique y te di por profeta a las naciones.” Jeremías 1:7.

  • De hecho, Dios escogió y envió a Su único hijo a morir por la humanidad.

“He aquí mi siervo, al cual he escogido; Mi Amado, en el cual se agrada mi alma.” Mateo 12:18.

  • De igual forma, Jesús escogió a quienes serían sus apóstoles, los fue a buscar, les dio una misión y un llamado en particular.

“Y le dijo venid en pos de mí, y hare que seáis pescadores de hombres.” Marcos 1:17.

Entender la soberanía de Dios en relación a la doctrina de la elección es un misterio que no lo puedo comprender, pues, todavía no logro entender como Dios permitió que un día yo le conociera, sabiendo de antemano que no había nada bueno en mí.

Dios pensó en mí y en ti desde antes que naciéramos. No es casualidad que tú y yo estemos hoy en día peleando la buena batalla de la fe. Sin Jesús, hoy  estaríamos perdidos, deambulando por el mundo, hundido en la más densa oscuridad, pecando a diestra y a siniestra, pero gracias a Dios, que un día Jesús vino a nuestro encuentro, y así como Lidia (Hechos 16:14), Dios abrió nuestros corazones para que escucháramos Su Palabra, la cual nos cambió la vida por completo.

Culmino con las palabras del apóstol Pablo a los tesalonicenses:

“Mas nosotros debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, por la santificación del Espíritu y fe de la verdad”. 2 Tes 2:13.

¡Somos escogidos por Dios! Alégrate y comparte con otros de Su amor.

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(1) De la mente al Corazón. Dr. Ronald Clements. Publicaciones Andamio.

 

EL DÍA QUE LO CAMBIÓ TODO

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Por: Eivert Caridad Fernández.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas sin hechas nuevas”

2 Corintios 5:17.

En la historia moderna han ocurrido diversos eventos que para bien o para mal cambiaron y revolucionaron el mundo, y por ende nuestras vidas. Veamos algunos acontecimientos:

  • La Segunda Guerra Mundial (1939-1945)
  • La llegada del hombre a la luna (1969)
  • La caída del muro de Berlín (1989)
  • La guerra del Golfo Pérsico (1990)
  • La llegada de Chávez a la presidencia (sin duda alguna marcó un antes y después, para bien o para mal en nuestro país) (1998)
  • El atentado a las torres gemelas (2001)
  • La muerte de Osama Bin Laden (2011)

Estos eventos sin duda alguna cambiaron el rumbo de nuestra historia moderna, y también de nuestra conducta. Por ejemplo, en los Estados Unidos, después del 9/11 la vida de los americanos no fue la misma. Para los judíos, la Segunda Guerra Mundial fue un acontecimiento que acabó prácticamente con una generación. Y así sucesivamente. Lo cierto es que hay eventos que lo cambian todo.

De todos los eventos históricos que han transcurrido en estos escasos 7000 años de vida (según la Biblia), hay uno particularmente que resalta por encima de todos, y es nada más y nada menos que EL DÍA QUE CONOCIMOS AL SEÑOR JESUCRISTO.

Ese día llegó gracias a que hace más de 2000 años, Jesús vino a esta tierra a morir por nuestros pecados (Juan 3:16) , a pagar la deuda que teníamos con Dios (Col 2:15) , a darnos vida en abundancia y entregarnos una misión de vida, un propósito por cual  vivir, respirar y morir (2 Tim 1:9).

ESE DÍA CAMBIO TODO…

Es una realidad que la persona que haya tenido un verdadero encuentro con Jesús, su vida jamás será la misma, pues el encuentro con el Mesías lo cambia todo. Ese encuentro marca un antes y un después en la vida de una persona. Si no me creen, miren como el Hijo de Dios cambió a un grupo de hombres del primer siglo, todos ellos llenos de problemas y fallas, y sin ningún propósito de vida, y que al conocer verdaderamente a Jesús entregaron sus vidas hasta la muerte.

Como dice Mike Yaconelli: “Jesús arruinó mi vida para darme la de Él.”

Jesús no dio una vida mejor, una vida nueva, distinta, basada en otros principios que son superiores desde todo punto de vista. Una vida menos apegada a lo terrenal y más afianzada a las cosas de arriba. Sencillamente una vida de sacrificios, pero al mismo tiempo de emoción y propósito. En pocas palabras, Jesús exterminó nuestra vida para darnos Su vida, que sin duda alguna es mucho mejor que la nuestra. Por eso es que decimos que el encuentro con Jesús lo cambia todo.

QUIENES ÉRAMOS NOSOTROS

La Biblia nos dice  lo que éramos nosotros  antes de conocer al Señor.

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” Efesios 2:1-3.

Del texto anterior podemos decir lo siguiente:

  • Éramos practicantes del pecado.
  • Muertos en nuestros delitos y pecados (Zombies espirituales).
  • Seguidores de Satanás y su sistema.
  • Hijos de la ira de Dios, destinados a morir eternamente.
  • Personas sin pacto, sin promesas y sin esperanzas.

Eso aplica a toda la humanidad caída.

EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS NOS ENCONTRAMOS CON JESÚS

Antes de contestar a esta pregunta quisiera aclarar algunos puntos:

  • Es Dios quien busca a las personas (Juan 15:16; Efesios 1:5; Romanos 9:16)
  • Es Dios quien nos amó primero (1 Juan 4:19; Juan 6:44)
  • Nadie por su propia voluntad puede buscar a Dios .Así como un ciego no puede darse la vista por sí mismo, un muerto espiritual no puede buscar a Dios (Romanos 3:11).

En ese sentido, es probable que las circunstancias de la vida, los problemas, las dificultades, los vicios, la muerte de un familiar, o cualquier situación adversa, haya sido una plataforma para encontrarnos con Jesús, pero debemos entender que quienes le hemos conocido no lo hicimos porque queríamos, lo hicimos porque Dios fue quien dio el primer paso. Jesús salió a nuestro encuentro así como salió al encuentro de Saulo camino a Damasco (Hechos 9:3-4), en el cual vemos que él no lo estaba buscando, más bien estaba era persiguiendo a los cristianos, pero el Maestro lo buscó y lo enfrentó. Desde ese día la vida de Pablo no sería la misma.

Como Pablo estábamos nosotros. Éramos enemigos de Dios, oponiéndonos a Él, pero por Su amor y Su misericordia, Jesús  salió a nuestro encuentro y desde ese día nuestras vidas  más nunca fue la misma.

¿QUÉ NOS ENSEÑA TODO ESTO?

  • Que nosotros conocimos a Jesucristo porque Dios así lo quiso.
  • Que las diversas circunstancias que pasamos antes de conocer al Señor fueron usadas por Dios para que nos encontráramos con él.
  • Dios nos estaba esperando y nos salió a su encuentro.

 ¿En qué circunstancias te encontraste con Jesús?

QUÉ IMPACTO PRODUJO EL ENCUENTRO EN NUESTRAS VIDAS

Cómo dijimos al principio, el conocer a Jesús marca un antes y un después. Todas las personas que se encontraron con Jesús de corazón, sus vidas jamás fueron igual.

¿QUÉ PRODUCE ESE IMPACTO?

  • Anhelo por Su presencia.
  • Pasión por servirle.
  • Ganas de anunciarles a otros lo que Dios ha hecho con nosotros.

El gran Charles Spurgeon, dice lo siguiente, en relación al impacto que Jesús hizo en su vida:

“Aquel día feliz en que encontré al Salvador y aprendí a aferrarme a Sus queridos pies, fue un día que nunca he olvidado…Escuché la Palabra de Dios y ese precioso texto me llevó a la cruz de Cristo. Puedo testificar que la alegría de ese día fue absolutamente indescriptible. Podría haber saltado, podría haber danzado; no había expresión, por fanática que fuera, que hubiese estado fuera de lugar con la alegría de esa hora. Desde entonces han transcurrido muchos días de experiencia cristiana, pero nunca ha habido uno que haya estado tan lleno de regocijo, de efervescente delicia, como ese primer día” (1)

Sin duda alguna, el día que cambió mi historia fue el día que Jesús vino a mi vida. Y tú, ¿Te has encontrado con Jesús? ¿Es tu vida la misma después de haberle conocido? ¿Has cambiado?

Es hora de pensar…

Nota:

(1) Biografía de Spurgeon de Arnold Dallimore (Moody Press, 1984), p.18-20

QUE NO SE LES OLVIDE

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Por Eivert Caridad Fernández

“Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años, en el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos, cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos. Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley;  y los hijos de ellos que no supieron, oigan, y aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella”

Deuteronomio 31:10-13.

Es posible que tú que me lees tengas por lo menos una versión de la Biblia. En mi caso yo tengo varias Biblias de diferentes traducciones, además de los recursos que puedo conseguir en internet.

Gracias a Dios hoy en día en nuestro país podemos tener la libertad  de tener por lo menos una copia de una traducción de la Biblia, aunado a eso, contamos con un sinfín de recursos bíblicos tales como: predicaciones por audio y vídeo, conferencias por canales cristianos, softwares bíblicos, diccionarios, libros, comentarios, etc. etc.

Es probable que debido a la libertad que tenemos de adquirir la Palabra de Dios, nuestra actitud a la  hora de escuchar una porción de la Biblia sea desinteresada, es decir, no le prestamos atención, y es casi seguro que en cuestión de horas se nos haya olvidado lo que el predicador o maestro de turno nos enseñó.

Lo cierto es que antes no era así. El propósito detrás de Deuteronomio 31 es una lectura pública de la Torá con el fin de que los Israelitas oyeran, aprendieran y cumplieran todo el consejo de Dios. Todo se hacía con el fin de que los ciudadanos común y corriente pudieran poner por obra lo que Dios estaba diciendo.

Vale la pena ponernos en contexto y recordar que en la antigüedad, es decir, mucho antes de la imprenta, el hombre común y corriente no podía tener el privilegio de tener una copia de la Biblia en su casa. Para producir una copia de Las Escrituras una persona debía ser rico, o por lo menos tener muchos recursos.

Según Nehemías Gordon (judío caraíta, autor de varios libros) «una persona tenía que tener recursos suficientes como para matar un rebaño entero de ovejas para poder pagar el pergamino y al escriba que, aproximadamente durante un año, se dedicaría a realizar una copia exacta de la Torah».

Es por tal razón que según Deut 17:18 se le ordena al rey que busque la manera de tener en su poder una copia de la Torá, pues era necesario contar con una guía para saber gobernar basado en los principios espirituales y en las instrucciones divinas dadas por Dios a través de Su Palabra.

Tal lujo no era posible para un hebreo común y corriente, y en ese contexto es que se nos habla de que el pueblo sólo contaba con la oportunidad de escuchar la Torá cada séptimo año a través de la lectura pública de la misma, con el fin de que todos las escucharan con atención y pusieran por obra todo lo que Dios decía por medio de Su Palabra. La clave estaba en  OIR CON SUMA ATENCIÓN LA INSTRUCCIÓN DE DIOS, pues no era algo que se veía muy a menudo.

Cuando nosotros hoy día interpretamos la Escritura tenemos que ponernos en la situación en que se encontraban aquellos antiguos israelitas cuando oían la Torá en la lectura pública, y hacerlo con  una actitud de reverencia, con expectación y sobre todo, con la firme intención de hacer todo lo que Dios nos quiere enseñar.

Gracias a Dios nosotros no tenemos que pasar siete años para escuchar la Palabra de Dios, pero sí tenemos que cambiar nuestra actitud cuando se lee, se predica o se enseñe la Biblia. Debemos recordar TODO con el fin de aplicarlo a nuestras vidas.

Cuando escuches la Palabra recuerda: NO OLVIDAR NADA DE LO QUE DIOS TE QUIERE ENSEÑAR

UN GRAN MANDAMIENTO

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Por Eivert Caridad Fernández

“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.  Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.  Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas»  Deuteronomio 6:4-9

El libro de Deuteronomio (Devarim)  es considerado por los estudiosos de la Biblia como “La segunda Ley”.  Es un repaso, una larga y vibrante exhortación destinada a «recordar» a Israel el sentido y las exigencias de la Alianza dada por Dios a través de Moisés.

Cabe destacar que este libro es dirigido a la generación que entraría a la tierra prometida, es decir, a los hijos de los que salieron de Egipto, aquellos que no fueron víctimas de la muerte en el desierto por las consecuencias de la desobediencia y la incredulidad de los espías (Ver Números 13-14).

En ese episodio, Moisés envía 12 hombres a echar un vistazo a la tierra prometida con el fin de dar un reporte de lo que en ella había. Lo triste es que 10 de los 12 hombres dieron un reporte pesimista que produjo que Dios se enfureciera. Ese acontecimiento hizo que todo el pueblo muriera, a excepción de Josué, Caleb  y los menores de 20 años.

UNA NUEVA GENERACIÓN

En Deuteronomio 6 hay un llamado a la entrega total que la nueva generación debía acatar, observar y practicar. Ellos tenían que saber varias cosas, entre las cuales están:

  • Que sus padres murieron por no acatar las instrucciones de Dios.
  • La responsabilidad de ser los comisionados para entrar a la tan deseada Tierra Prometida.
  • Las posibles consecuencias que experimentarían si no obedecen a las instrucciones de Dios.

Esta  generación de jóvenes sabía  que sus padres murieron por no obedecer a Dios, y en ese sentido, tenían a su favor el historial fatídico de la desobediencia de los espías. En ese contexto, Moisés da las instrucciones concedidas en Deuteronomio 6, con el fin de que se enseñase, para que se pusiera por obra en la tierra prometida; para que se aprenda a temer al Todopoderoso, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos, tanto para ellos, como para sus hijos, y para las futuras generaciones. Se debía hacer todos los días para que sus vidas fueran largas y fructíferas.

Veamos algunas de las cosas que la nueva generación debía hacer:

  • Reconocer el Señorío de Dios Todopoderoso.
  • Amar a Dios por encima de cualquier cosa.
  • Enseñar a los hijos de generación en generación las instrucciones de Dios.

Haciendo un  recorrido bíblico por los acontecimientos sucedidos después de la promulgación de los mandamientos dados a la nueva generación, nos damos cuenta que estos jóvenes que entraron a la tierra prometida NO CUMPLIERON en obedecer a Dios.

¿Cómo sabemos eso? Después de la muerte de Moisés, Dios escogió a Josué como sucesor, pero luego de su muerte no había nadie que se encargara del pueblo. Cuando Josué muere,  Israel  entró  en un  periodo de desobediencia que los alejó de Dios repetidamente, lo cual se convirtió en uno de los tiempos más oscuros de su historia.

La desobediencia, cuyas consecuencias las podemos ver en Deuteronomio 28:15-68, y que incluye un castigo que tiene que ver con ser NUEVAMENTE esclavos de entes extranjeros,originó que de vez en cuando Dios levantará Jueces, es decir,  líderes quienes libraban al pueblo de sus enemigos.

POR QUÉ OCURRIÓ LO QUE OCURRIÓ

La principal causa de la esclavitud en el tiempo de los Jueces fue porque los padres no les enseñaron las instrucciones de Dios a sus hijos, a los hijos de sus hijos y así sucesivamente.

Después de la generación de Moisés, la nueva generación no se preocupó por enseñar el libro de la Ley (Biblia/Torá) a las siguientes generaciones, y eso originó una juventud alejada completamente de los principios divinos.

PARA MEDITAR…

¿Por qué los cristianos no hacemos caso a las instrucciones de Deuteronomio 6? ¿Por qué los padres no nos preocupamos por enseñar la Biblia a nuestros hijos? Una de las razones por la cual hay tantos hijos de creyentes apartados, apáticos y desobedientes, es porque los padres no se preocuparon por tomarse un tiempo para enseñarles la Biblia.

No podemos darles la responsabilidad de la educación cristiana a los maestros de las escuelas bíblicas. Llevar a los hijos a iglesia para que sean instruidos es bueno, pero nada puede superar a la educación que se fomenta desde el hogar. Debes tener en cuenta que el ministerio más importante que tiene un creyente es su familia. No pretendamos que otros hagan lo que nos toca a hacer a nosotros.

Si queremos que la generación de la cual nuestros hijos forman parte sean exitosos, debemos enseñarles los principios bíblicos a nuestros hijos, guiándolos a que obedezcan las instrucciones de Dios.

Hoy podemos comenzar. ¿Te animas?